
Nomeolvides
En el sur del Estado de Nuevo León, a dos mil metros de las carreteras más grandes del país, por donde transita el progreso a más de cien kilómetros por hora, no sólo un pueblo se resiste a desaparecer; también una tradición llena de independencia, con mucho arraigo a la imagen construida de tierra y fertilidad.
Amparo recorriendo el jardín de su casa para juntar su ramo, pareciera recolectar sus recuerdos y al mismo tiempo el deseo de permanencia en la memoria de sus hijos, nietos, bisnietos y lo que le sigue con sus noventa y ocho años. Aunque mucha descendencia se vaya buscando latitudes menos terregosas, el ramo sigue allí cada año con su festejo de vida, tan presente como las palmas, yucas y biznagas del monte que no dejan de florecer, tan viva con sus pirules y sus nopaleras que delimitan los solares de su alrededor.








